Se me escapaba la mañana
entre los dedos fríos.
Como se deslizaba aquella
niebla arenosa,
entumeciéndome la piel
al desvanecerse en mis manos.
Aguardaba yo mientras al Sol,
tiritando los grises peldaños,
de una corta y breve escalera
hacia la monotonía.
Los soñolientos amargos,
envueltos en su sueño espeso
de momentos regurgitados,
aún en duermevela cabeceaban.
Los hombres y las sombras lanzábanse
al odioso asedio
que un silencio que nunca nació.
“LA NIEBLA TIENE SU PROPIA CANCIÓN”
10-MAY-2011 Kyosenmurasame
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